El arco de violín
El arco es un complemento utilizado para tocar el violín, así como también otros instrumentos de cuerdas frotadas (la viola, el violoncello, etcétera), y también diferentes instrumentos de cuerda como la guitarra eléctrica e incluso algunos como el serrucho musical y otros instrumentos no tradicionales.
Su origen se puede rastrear a la antigüedad, y existen registros de instrumentos de cuerdas frotadas con arco en culturas de todo el globo, desde China hasta África, muchos de los cuales siguen siendo utilizados hoy en día. El arco de violín tal como se conoce en occidente ingresó a Europa a través del ‘rebab’ árabe, y sufrió varias modificaciones hasta llegar a su forma actual en el siglo XIX.
Características del arco de violín
En el caso particular del arco de violín, el cual comparte su forma básica con los arcos de los otros instrumentos de la misma familia, consta de una cinta sujetada a los extremos de una vara. La cinta es lo que se frota a las cuerdas del violín para producir los sonidos, aunque existen algunas otras técnicas para tocar el violín que no lo necesitan, típicamente el pizzicato.
La cinta en cuestión está formada por unas 200 crines, generalmente de caballo, que son tensadas en mayor o menor medida para lograr el efecto deseado sobre las cuerdas. En las últimas décadas, la crin o cabello también se fabrica con materiales sintéticos, pero el resultado de este tipo de arcos es cuestionado, al menos por los puristas del instrumento. Para lograr la fricción adecuada, la crin se impregna con algún tipo de sustancia, tradicionalmente resina, brea (llamada ‘pez’) o colofonia.
El arco propiamente dicho es una vara de unos 74 centímetros de largo, levemente arqueada hacia el interior, y con dos protuberancias en los extremos a las cuales se sujeta la crin. El extremo que es usado para sostener el arco es denominado ‘nuez’, e incluye un tornillo que es utilizado para modificar la tensión deseada, la cual puede modificar ostensiblemente el resultado final de la interpretación.