Niccolò Paganini

De entre los grandes violinistas de la historia, se destaca sin lugar a dudas la figura de Niccolò Paganini.
Nacido en Génova en 1782 e hijo de Antonio Paganini y Teresa Bocciardo, el pequeño Niccolò fue estimulado desde temprana edad en el uso de los instrumentos de cuerda, aprendiendo mandolina ya a los cinco años. Fue un joven prodigio y se embarcó en giras con su padre por el norte de Italia.
Tuvo numerosos maestros en su juventud, quienes quedaban asombrados por sus habilidades y virtuosismo. Entre ellos se destacan Alessandro Rolla, Ferdinando Paer y Gasparo Ghiretti, entre otros. Sin embargo, la fama de Paganini rápidamente opacó a la de sus propios maestros, y hacia los 20 años ya era una figura conocida en el ámbito musical.
Carrera como intérprete y compositor
A pesar de las constantes guerras y agitación política en la región durante el periodo napoleónico, Paganini logró ingresar a la corte y hacer carrera como músico, e incluso le dio clases privadas al esposo de Elisa Baciocchi, duquesa de Toscana y hermana de Napoleón. A partir de entonces su fama no dejó de crecer.
Recorrió buena parte del continente dando conciertos donde interpretaba sus propias composiciones además de algunas obras para violín populares de la época. Su obra más importante, sin duda, son sus 24 Caprichos para Violín, Opus 1.
Durante aquellos años Paganini cimentó su fama como gran intérprete, hasta el punto de ser sinónimo de virtuosismo en el violín incuso hoy en día. Su talento fue tal que incluso circuló la leyenda de que el músico había realizado un pacto con Satanás, entregando su alma a cambio de su notable habilidad.
Enfermedad y muerte
Luego de una serie de aventuras financieras y viajes por Italia y Francia, su salud empeoró notablemente hacia 1838. Niccolò Paganini falleció en Niza en 1840 a la edad de 57 años, producto de una hemorragia interna derivada de la tuberculosis.